La religión ha tenido un papel preponderante en la historia de Yucatán. Desde luego, en el proceso de la conquista española por la acción de los misioneros franciscanos; en el largo período de colonización durante el virreinato en que el poder público (administrativo y militar) se apoyó para ejercer control en las estructuras eclesiásticas; y una vez más, durante la independencia de Yucatán, cuando muchas de las ideas liberales fueron conducidas y esparcidas por los reductos (sanjuanistas) de la propia iglesia. Por estos antecedentes históricos la población yucateca es mayoritariamente católica, en un fenómeno paralelo al que se dio en otras regiones de México.
No es ajeno a todo esto el que el 11 de agosto de 1993, el papa Juan Pablo II visitara Yucatán, en su tercer viaje a México, y fuera recibido multitudinariamente. Un encuentro con tres mil representantes de América Latina, una entrevista con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari y una comida con los obispos de México, fueron algunas de sus actividades en el territorio yucateco.
Como ya se mencionó anteriormente, la religión predominante en Yucatán es la religión católica. No obstante, los tres estados de la península de Yucatán muestran un porcentaje de catolicismo menor a la media nacional; además, Yucatán es una de las siete entidades con mayor participación de creyentes no católicos y de no religiosos en el país.
El registro censal identifica que la entidad tuvo uno de los porcentajes de población católica más alto hasta 1910, teniendo un importante declive en 1921 y un comportamiento irregular entre 1920 y 1960, año desde el cual la disminución ha sido constante. Mientras que en el ámbito municipal se observan diversos escenarios, donde de 25 de los 106 municipios más de una cuarta parte de sus habitantes difiere de la religión católica y en otros 20 municipios, más de 90% profesa esta doctrina. Cerca de 7% de la población protestante histórica de México reside en Yucatán, particularmente presbiterianos y bautistas, estas últimas tiene un mayor porcentaje en Kaua, Yobaín y Sudzal, todos estos son municipios con menos de 2600 habitantes. La población pentecostal y adventista también tiene una tendencia a concentrarse en municipios con una población reducida.
Por otro lado, las personas sin religión representan más del 10% en 9 municipios y el mayor crecimiento en la década que va de 1990 al año 2000 corresponde a la población atea, con una tasa anual promedio de 3,5%, seguida de la población diferente a la católica con 3,1% anual y finalmente el menor ritmo es el de la población practicante del catolicismo con el 2% del promedio anual.
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